Hacia dentro de la Argentina se advierte con facilidad cierta ebullición por el balotaje entre Sergio Massa (Unión por la Patria) y Javier Milei (La Libertad Avanza). Pero allende las fronteras del país, también interesa el devenir de la cosa pública.
De acuerdo a cifras oficiales, difundidas por las autoridades de la Cámara Nacional Electoral (CNE), 435.556 argentinos que residen en el exterior estaban habilitados para votar el domingo 22 del mes pasado; un 1,5% del padrón total.
Estados Unidos lidera el ranking de países con mayor registro de argentinos, con 90.382. Le siguen España (85.388), Brasil (19.842), Uruguay (18.149), Paraguay (17.963), Italia (17.356), Chile (16.482), Israel (14.201), México (9.494), Alemania (8.960), Bolivia (8.506) y Canadá (8.394).
El interés electoral de los compatriotas que emigraron en diversos momentos de la historia del país se disparó en los últimos comicios. Según los escrutinios definitivos, en 2015 la cantidad de votos de los argentinos en el exterior había alcanzado los 10.600; y cuatro años después, unos 49.000 “foráneos” habían sufragado en aquellas presidenciales: un crecimiento del 362% de una elección a otra.
El 22 del mes pasado, siempre según la CNE, emitieron su voto en consulados o embajadas de la Argentina en otros países 52.889 ciudadanos que residen en el exterior, provenientes de 22 distritos electorales del país -en los canales oficiales no se difundió la cantidad de votantes correspondiente a emigrados de Chubut y de Tierra del Fuego-. la cifra implica un aumento de casi un 8%, respecto de 2019.
Nuestra provincia
Para este año, 5.770 tucumanos que viven en el extranjero estaban habilitados para votar -deben hacer el cambio de domicilio, y registrarse ad hoc- en las generales y en la segunda vuelta del próximo domingo 19 -no votan en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), ni en las provinciales-. El mes pasado votaron solo 623 tucumanos; un 10,8%.
Muchos de ellos viven en Miami (Florida, Estados Unidos). Federico Terán lo sabe, porque en esa ciudad vende empanadas tucumanas, y son sus clientes. “Chicos jóvenes que vinieron a pasar un tiempo acá, para trabajar y ayudar a la familia que está allá”, cuenta a LA GACETA. Federico dice que, en general, a ninguno le resulta ajena la realidad que vive el país. “Están muy preocupados, muy preocupados por la situación en la Argentina.
Afirma que los comicios se viven con mucha expectativa. “En todos lados me preguntan si están habilitados para votar. Yo busco en el padrón; me fijo, y les digo sí, o no. Y hay casos en los que votan en California, por ejemplo; y les explico que es así porque no hicieron el cambio de domicilio. Por eso siempre hago mucho hincapié en la importancia de que hagan el cambio de domicilio con tiempo, para que puedan figurar en el padrón”, dice.
Respecto de las preferencias electorales, Terán reconoce que están repartidas. “Vemos cómo están viviendo en el país, y la gente busca un cambio; se lo percibe, se lo siente. Pero también hay gente que apoya al oficialismo. Hay de todo; como en todos lados del mundo. Últimamente salí mucho afuera, y la gente está indecisa, no sabe a quién votar. Hay muchas opiniones divididas. Está muy dividido en cuanto a quién van a votar el 19. De la misma manera en que está politizado allá, está politizado acá”, destaca.
Más allá de las divergencias, Terán cuenta orgulloso que los comicios de la Argentina se viven con mucha alegría. “Acá participamos de una fiesta democrática hermosa; con mucho sentimiento patriótico argentino. Un aire que me gustaría mucho que se viviera allá”, dice.
El conflicto que genera el balotaje también se da en Francia. De padre francés, y de mamá argentina, David Sepel nació en el “país Galo”, en 1989. Pero cuando tenía cuatro años se vinieron a vivir a la Argentina. La crisis de 2001 eyectó a su papá hacia su país de origen. Y él lo siguió cuando finalizó el secundario. A partir de entonces, alternó en ambas naciones: mientras hacía aquí su carrera -Biotecnología-, allá iba a trabajar, para hacer un poco de plata. A fines de 2019 se radicó en París.
“Ver que la presidencia será para alguien que desacredita una institución de reconocimiento internacional, como el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet); que dice que el calentamiento global es un invento; que desconoce la igualdad y ataca a la comunidad LGBT+ ... O para alguien que está dejando al país al borde de una hiperinflación, y promete mejorar la situación cuando sabemos que perpetuará un sistema nefasto que viene necrosando la Argentina de hace años... Sé que suena muy desolador... Pero, ¿dónde está la esperanza?”, cuestionó David.
Seguidamente, listó pros y contras de Massa y de Milei. “Este promete un cambio de paradigma; eliminar la casta corrupta, enraizada al poder, y promete soluciones económicas radicales. Lo negativo es que solo tiene perspectiva económica. Desconocer el calentamiento global y los problemas ecológicos arraigados a la producción es un verdadero peligro para el planeta. Desconocer la importancia del desarrollo científico y tecnológico es no entender cómo crece un país. Desconocer la lucha de una parte de la humanidad que vivió años marginada muestra falta de empatía”, dijo, respecto del libertario.
David no halló aspectos positivos de Massa. “Lo negativo es la perpetuación de un sistema nefasto, arraigado al poder, que tiene a la población de rehén con promesas vanas. Este Gobierno se jacta de tener salud y educación gratuitas; pero los profesionales están precarizados y la infraestructura es deplorable. La seguridad no existe. Inestabilidad económica constante; cepos e impuestos inauditos. Crean necesidades prometiendo derechos. Son el cáncer del país”.
Entre las dos opciones, a regañadientes votaría a Milei. “Espero que en algún momento el pueblo se despierte y se dé cuenta de lo que está pasando. Ojalá surja un verdadero líder, para un país tan hermoso y con tanto potencial, que pueda guiarlo a un mejor futuro. Lamentablemente, no creo que sea hoy”, se lamentó.
Soledad Aguirre vive en Bruselas (Bélgica), desde hace casi 16 años. Según su radio de acción, los argentinos residentes en ese país mayormente se identifican con Propuesta Republicana (PRO); más precisamente, con el ex presidente Mauricio Macri. Sobre todo, a la hora de votar en las generales del mes pasado. “Acá hay muchos jóvenes; todos están expulsados del sistema y están cansados. No declinan su apoyo a Milei, en su justo juicio. Y el resto acompaña; o sea, los que estamos entre los 40 y los 50 -excepto yo, que soy del PRO, acompaña”, dice.
Cuenta que la reciente alianza entre el ex mandatario y Milei fue bien recibida allá; sobre todo, a partir de lo que consideran la posibilidad de que aquel mesure planteos polémicos del libertario. “Hoy aquí todo se volvió a favor de Mieli. Creo que la intervención de Macri hace que todo lo que se puede entender como un mensaje extremadamente disruptivo hoy esté bajando bastante; habrá una mediación más saludable de este cambio. Porque al que está afuera no le afecta la parte económica”, reconoce.
La motivación, entonces, pasa por otro lado, a decir de Soledad. “Una cuestión de civismo, o de ideología política. Pero a nosotros no nos afecta la inflación de la Argentina. No nos afecta que (el ex gobernador Juan) Manzur te desembolsa millones y millones de dólares para una campaña. Pero sí le afecta a mi hermana, a mis sobrinos que están en la universidad”, expresa.
Hace casi tres lustros que Javier Zamudio y su familia emigraron a Santiago (Chile). “El 21 de septiembre de 2009 llegó el camión con las cosas que nos trajimos de Tucumán”, recuerda.
Aun a la distancia, nunca dejaron de ejercer el deber cívico: votaron en ocho elecciones nacionales, entre generales y el balotaje de 2015. “Nunca faltamos desde que estamos en Chile; pudimos anotarnos cómo votantes en el exterior”, cuenta Javier.
No obstante, ahora no muestra entusiasmo para ir a sufragar en la segunda vuelta del domingo 19. Al contrario, suena embargado por una mezcla de desesperanza y enojo. “Tenemos pocas ganas de ir. Y en lo personal, estoy desorientado. Me siento lejos de ambos candidatos, y siento que no quiero a ninguno de presidente”, subraya.
Pero el sentimiento trasciende la coyuntura electoral. “Siento una profunda pena de ver a la Argentina cada vez más pobre. En todo aspecto, no solo pobreza económica. Hay una pobreza de valores que hace que ya nada me asombre”, explica, con tono lúgubre. Y agrega: “Unos que ven la política como un dogma; y otros a los cuales no les importa saltar al vacío con tal de no quedarse donde están, con esa única excusa. Casi nunca voté a quien ganó finalmente. Pero esta vez no tengo ganas de votar y veo el tema más lejano”.